La reina

Calificación: ****. Titulo original: The Queen. Año de estreno: 2006. Dirección: Stephen Frears. Guión: Peter Morgan. Actores: Helen Mirren, James Cromwell, Michael Sheen, Alex Jennings, Helen McCrory, Sylvia Syms, Roger Allam, Tim McMullan.   

Han pasado un par de semanas desde que La reina se estrenó en Colombia. Y, aunque en un principio pueda parecerles una simple película "bien hecha" a quienes lo sabían ya todo sobre la realeza británica, aunque decepcione un poco a esos lectores de Vanidades que sintonizan el canal Hallmark en busca de dramas contundentes, no debemos dejar que pase de largo en nuestros cines sin decir algunas palabras sobre la inusual precisión de su guión, la increíble labor de su elenco y el talento inagotable de su director. La reina es un gran largometraje. Nada es evidente en sus escenas. Lo más importante que narra, sucede casi sin que nos demos cuenta. Pero unos días después de verla, si uno está en el ánimo de entender qué fue lo que en realidad pasó en el aparatoso funeral de Diana de Gales, se convertirá en una obra iluminadora que dice mucho sobre los gobiernos que tenemos.

Resulta extraño, porque se trata de un objeto transitorio, invisible, que se pone patas arriba en la sala de montaje, que se elogie el buen guión de una película. Se piensa, cuando se celebra un guión, en la sugerente presentación de los personajes, en la claridad de los obstáculos que éstos deben enfrentar y en la forma como se atan los cabos durante el tercer acto del drama, y el guión de La reina, ya que estamos en esto, ha logrado convertirse, en la pantalla, en el principio, el medio y el fin del apasionante diálogo entre Tony Blair, un presidente ultramoderno que cree mucho más en el trabajo que en los títulos, y Elizabeth II, una soberana anacrónica que reacciona, ante la inesperada muerte de esa nuera que todos veían como "la princesa del pueblo", con aquella imperturbabilidad en la que han sido educados todos los miembros de la monarquía inglesa desde hace tanto tiempo.

Aquel diálogo se hace necesario porque la gente de Inglaterra, seguidora de las causas populares de la difunta Diana, siente que su reina la ha decepcionado, que la realeza, en general, ha sido indiferente al dolor de todos. La premiadísima actuación de Helen Mirren, que se trasforma por completo en el personaje principal, resulta fundamental para que nos sintamos prójimos de esos seres tan extraños que aún hoy se comportan como si Dios los hubiera elegido entre todos los mortales para gobernar. Y la atinada interpretación de Michael Sheen, que hace de Blair un presidente mucho más interesante que el de los noticieros, pone en evidencia que perder el contacto con los gobernados, dejar de oírlos, olvidar la necesidad de incluirlos en la discusión sobre el país, es el primer paso de la decadencia de un gobierno.

El mundo del cineasta inglés Stephen Frears, desde Mi bella lavandería (1985) hasta Mrs. Henderson presenta (2005), ha sido siempre un mundo de marginados. Que en La reina haya visto con semejante compasión el lado opuesto, el que margina, supone un gran logro de su parte.