Vanidad

Calificación: **1/2. Título original: Vanity Fair. Año de estreno: 2004. Dirección: Mira Nair. Guión: Matthew Faulk, Julian Fellowes, Mark Skeet, basado en la novela de William Makepeace Thackeray. Actores: Reese Witherspoon, Romola Garai, James Purefoy, Rhys Ifans, Gabriel Byrne, Jonathan Rhys-Meyers, Bob Hoskins, Eileen Atkins, Jim Broadbent. 

Las mejores adaptaciones que se han hecho de La feria de las vanidades, el clásico escrito por William Makepeace Thackeray hacia 1847, convierten el libro al formato episódico de la miniserie de televisión: si algo prueba Vanidad, esta decorosa relectura cinematográfica de la obra (se han filmado nueve versiones desde 1911), es que trasformar en largometraje una novela satírica que en su momento fue publicada como un chisme por capítulos mensuales, es fracasar, enredarse, perderse en la búsqueda de una narración dramática, de una trama precisa que se limite a describir la redención de un personaje. Ni las buenas actuaciones tipo programa de la BBC, ni la puesta en escena de superproducción de los años sesenta, resultan suficientes a la hora de captar la atención de un auditorio desprevenido que muy pronto nota (se dice "esto no va para ninguna parte") que los realizadores no han podido resolver el dilema entre lo episódico y lo dramático. Y que les ha sido imposible ocultar que la protagonista, Reese Witherspoon, estaba a punto de tener un bebé en los días de la filmación.

Vanidad comienza en 1802. Y es el largo viacrucis de la arribista Becky Sharp, hija de un par de artistas venidos a menos, desde un orfanato en Inglaterra hasta un casino en Alemania. En el penoso camino a la humildad, la arrogante Sharp se encontrará con un coleccionista de pinturas que no mira a los ojos, una mejor amiga sin suerte en el amor y una familia decadente, la familia Crawley, que entorpecerá su viaje hacia la aristocracia. Descubrirá su codicia de mujer sola en el mundo. Aprenderá el lenguaje traicionero de las clases altas.  Y venderá su alma al diablo, con los hombros encogidos, como un héroe trágico que está seguro de que no tiene otra cosa qué perder. Witherspoon, la encantadora actriz que la encarna, estará a la altura de las circunstancias: con su apariencia de rebuscadora común y corriente, conseguirá que no perdamos el tiempo en el ejercicio de juzgar a una dama en apuros que, como cualquiera de nosotros, sólo tiene tiempo de salvarse a sí misma.

La directora, Mira Nair, nacida en la India en 1957 y autora de aventuras como La boda, Kama Sutra y Salaam Bombay!, les da a las escenas determinantes de Vanidad (la llegada a la casa de los Crawley, el arriesgado baile indio, la crucial caída por las escaleras) una vitalidad que rescata al espectador del aburrimiento que puede llegar a producirle ese "no ir para ninguna parte", que no es más que un guión que no se ha atrevido a sacrificar a ningún personaje secundario de la novela. Es la energía de la cineasta, la ironía frente al melodrama, el gusto por las coreografías a lo Bollywood, la libertad concedida a un elenco en el que se destacan Gabriel Byrne, Jim Broadbent y Bob Hoskins, lo que nos salva de perder el tiempo. Y lo que nos prueba que estamos ante un relato que necesitaba ser salvado.