El despertar del diablo

Calificación: **. Título original: The Hills Have Eyes. Año de estreno: 2006. Dirección: Alexandre Aja. Guión: Alexandre Aja y Grégory Lavasseur basado en el guión de 1977 escrito por Wes Craven. Actores: Aaron Stanford, Dan Byrd, Emilie de Ravin, Kathleen Quinlan, Ted Levine, Vinessa Shaw. 

Se trata de una nueva versión (de una corrección, en términos de presupuesto, de la puesta en escena) de un clásico de culto del cine de horror de los setenta. Y parte, como tantas películas de miedo de estos últimos cinco años, de tres divertidas premisas: las producciones más rentables hoy en día –cuestan menos de veinte millones de dólares y recaudan cincuenta en el peor de los casos- son las sangrientas, atmosféricas, auto paródicas producciones de terror; basta con contratar a un grupo de actores profesionales para superar, en calidad cinematográfica, a los relatos de antes; y entregarle la dirección a algún fanático del género es garantizar que el largometraje será, en el peor de los casos, un homenaje a las más memorables pesadillas que hemos visto en la oscuridad de los teatros. El despertar del diablo no es tan perezosa ni tan mediocre como la puesta al día de La masacre de Texas o La profecía modelo 2006, pero cae, igual que todos los ejemplos de esa cadena de reciclaje que Hollywood ha puesto en marcha, en una narrativa artificial, de película que sabe que es sólo una película, que nos saca de la historia cuando tendría que encerrarnos en ella.

El despertar del diablo presenta a sus víctimas, los siete miembros de la familia Carter, con un interés que no es común en las obras del género. Y, aunque comete el error de humanizar a sus peligrosos mutantes del desierto (tristes engendros de la era nuclear), consigue perturbarnos en un par de ocasiones. En otras palabras: los seguidores incondicionales de este tipo de productos se verán casi recompensados.