Piratas del Caribe: el cofre de la muerte

Calificación: **1/2. Titulo original: Pirates of the Caribbean: Dead Man's Chest. Año de estreno: 2006. Dirección: Gore Verbinski. Actores: Johnny Depp, Orlando Bloom, Keira Knightley, Bill Nighy, Stellan Skarsgård, Jack Davenport, Kevin McNally, Naomie Harris, Jonathan Pryce, Tom Hollander. 

El problema, a la hora de criticar (o mejor: de poner en su lugar) esta segunda parte de Piratas del Caribe, es que en los últimos minutos nos damos cuenta de que la historia acaba de empezar. Y que, a pesar de un primer acto que parece ser un error cometido en la sala de montaje, a pesar de un arranque que se siente demasiado largo, la historia que vendrá promete ser una historia estupenda. Ya lo verán ustedes: los últimos 45 minutos de Piratas del Caribe: el cofre de la muerte no sólo nos devuelven a ese mundo fabuloso, de infancia de otro tiempo, que nos hipnotizó cuando vimos la primera entrega de la saga, sino que nos obliga a quedarnos quietos, en las sillas de la sala de cine, como un grupo de clientes embobados que se niegan a salir de ahí hasta que no les digan cuál será la suerte de esos tres personajes, el capitán Jack Sparrow, el espadachín Will Turner y la voluntariosa Elizabeth Swann, que ya han comenzado a ser parte de nuestros mitos.

Will y Elizabeth están a punto de casarse cuando son arrestados por haber permitido, en el capítulo anterior, la fuga del ingenioso Sparrow. Se trata de un truco, ideado por un tal Lord Beckett (este es el problema: cuesta mucho entender esto), para llegar hasta un cofre que guarda el tesoro más extraño del que tengamos memoria. No nos extrañará que el temible Davy Jones, pirata con cara de calamar, esté detrás de la misma fortuna. Nos dejará sin palabras (aunque sí, claro, algo se nos había insinuado en el primer capítulo) ese triángulo amoroso que se irá dando así, de pronto, de escena en escena, en frente de nuestros propios ojos. Nos fascinará el diseño de ciertas secuencias (la fuga de la isla de los caníbales, el duelo sobre la rueda de madera, el enfrentamiento con el monstruo) que nos rescatará del tedio del principio. Nos encantará la facilidad con la que Johnny Depp ha vuelto a interpretar a aquel protagonista absurdo, el contrabandista Sparrow, en medio de una aventura engrandecida por el humor disparatado, los efectos especiales que no abruman al espectador y las coreografías de acción de tiempos de Errol Flynn.

Y nos responderemos, cuando nos preguntemos "¿por qué esta película inspirada en una atracción del parque Disneylandia ha recaudado más de 600 millones de dólares en menos de un mes?", que detrás de todo está la nostalgia por un mundo en el que aún cumplíamos destinos, defendíamos honras y le temíamos profundamente a lo invisible.

La tercera parte de Piratas del Caribe será estrenada, en casi todo el planeta, el viernes 25 de mayo de 2007: entonces sabremos si este segundo episodio es una entretenida película deforme o un paso indispensable para hacer redonda la aventura. Entretanto, lo mejor parece ser aferrarse a nuestros tres protagonistas, a sus actos, a sus gestos, a sus muletillas, como al carrito que nos lleva por las rampas de cualquier montaña rusa.