Misión imposible III

Calificación: **1/2. Título original: Misión: Imposible III. Año de producción: 2006. Dirección: J.J. Abrams. Guión: Alex Kurtzman, Roberto Orci, J.J. Abrams. Actores: Tom Cruise, Philip Seymour Hoffman, Ving Rhames, Billy Crudup, Michelle Monaghan, Laurence Fishburne, Keri Russell, Jonathan Rhys Meyers, Maggie Q, Simon Pegg. 

Las dos anteriores tampoco eran tan buenas. La primera, filmada por el genial Brian De Palma, jugaba con las identidades trastocadas, los disfraces impecables y las escenas de suspenso inverosímiles, pero traicionaba el espíritu de la serie de televisión original en una cuestión fundamental: le importaba mucho más la espectacularidad vacía que el drama de sus personajes. La segunda, firmada por el artificioso John Woo, se tomaba mucho más en serio el relato, involucraba actores de primera línea y salvaba las secuencias diseñadas para el narcisismo de Tom Cruise por medio de un montaje brillante, pero se alejaba del espíritu de la serie de televisión original de la peor manera: tarde o temprano convertía sus escenas de acción en rebuscados comerciales de desodorante. Y esta tercera, dirigida por el mismo J. J. Abrams que ha inventado exitosas producciones televisivas como Lost, Alias y Felicity, se arma para bien de un buen reparto de villanos, de una historia personal que nos pone del lado del protagonista y de una acción que jamás se detiene, pero sufre de un mal que no sufrió, en ninguno de sus capítulos, la ingeniosa serie de televisión original: tras las primeras imágenes, que dejan sin palabras al auditorio, las persecuciones, los giros "sorpresivos" y la resolución "milagrosa" resultan tristemente predecibles.

Es, sin embargo, una película entretenida. Cumple cabalmente su única promesa: sacarnos de la realidad. Y su ingenio, su esfuerzo por restaurar el espíritu del programa ("tu misión, si decides aceptarla, es rescatar a la agente Lindsey Ferris de las garras del malvado Owen Davian") y sus oportunos paréntesis de humor no nos dejan aburrirnos. La buena interpretación del pobre Tom Cruise, acorralado por los diarios sensacionalistas por cuenta de su recién estrenado talento para decir tonterías ("¡estoy enamorado!", gritó a saltos en el programa de Oprah Winfrey) y su innegable olfato para los negocios (se dice que recibió 100 de los 600 millones de dólares que La guerra de los mundos recaudó en las taquillas del mundo), logra hacernos olvidar que estamos viendo otra aventura protagonizada por aquella estrellita que presume de pertenecer a la escalofriante Cienciología. 

El editor de la revista piedepágina, Alejandro Martín, insiste en que la televisión de alto rating es mucho más interesante que el cine comercial en los Estados Unidos de hoy. Lo más probable es que tenga razón. Pensemos en series como 24, ER, Curb Your Enthusiasm, Grey's Anatomy o C.S.I. Reconozcamos que lo bueno de la ganadora del Óscar, Crash, es esa estructura televisiva en la que suceden varias historias al mismo tiempo. Y ahora volvamos, con la sospecha confirmada, a esta tercera entrega de Misión Imposible: es muy diciente, quizás algo triste, que el más grande elogio que merezca sea que "es tan divertida como un capítulo de Alias".