El mundo de Andy

Calificación: ***1/2. Título original: Man on the Moon. Año de producción: 1999. Man on the Moon. Director: Milos Forman. Guión: Scott Alexander, Larry Karaszewski. Productores: Bob Zmuda, George Shapiro, Danny de Vitto. Actores: Jim Carrey, Danny De Vitto, Courtney Love, Paul Goniatti, Lorne Michaels. Música: R.E.M. Fotografía: Anasta N. Michos. Ganadora de un Globo de Oro al mejor actor y del Oso de Plata del Festival de Berlín al mejor director.

Andy Kaufman no era como los demás. Podría decirse que era un loco. Podría decirse que era un humorista de mal gusto o un artista de vanguardia que se alimentaba del odio de su público. Pero no, sólo sabemos eso: que vivía de acuerdo con sus propias reglas. Que en su mundo la gravedad era la de la luna y que por eso iba unos centímetros por encima del suelo.  

Es la historia del pastorcito mentiroso. Cuando Kaufman anunció, a los treinta y cinco años, que se moría por culpa de un cáncer demoledor, ni siquiera sus padres sabían si debían molestarse con él o consolarlo, porque esa podía ser la más pesada de sus bromas.

Pero no. Esa vez fue cierto. Kaufman se murió y de él sólo quedaron sus amigos, una extraña carrera a medio camino entre los clubes y la televisión –se le recuerda por farsas absurdas y apariciones en Taxi y Saturday Night Live- y, sobre todo, las mismas preguntas de siempre: ¿quién era?, ¿estaba loco?, ¿lo entendían? 

El mundo de Andy, la última película de Milos Forman, las responde. Gracias a una brillante reconstrucción de los hechos –que incluye una genial actuación de Jim Carrey-, no sólo recoge las principales preocupaciones de toda la obra de Forman, sino que, además, redime la figura borrosa de Andy Kaufman.

Porque claro: Forman convierte todas sus biografías filmadas en mentiras, en historias de ficción o en piezas de su autorretrato. Su Larry Flint, en Larry Flint: el nombre del escándalo, no es sólo un hombre deplorable, sino, sobre todo, un hombre libre. Su Mozart, en Amadeus, es, detrás de su genio y su vulgaridad, el único hombre que en realidad sabe lo que hace. Su Valmont ya no es una especie de cínico don Juan, sino un hombre que vive de acuerdo con sus propias reglas.

Y eso, debajo de la parafernalia, es lo que nos queda de su versión de Andy Kaufman. El retrato de un hombre que vivía su propia gravedad. Un hombre que, como el propio Forman, creía en sus propias mentiras.