La piscina: juegos perversos

Calificación: ***. Título original: Swimming Pool. Año de producción: 2003. Dirección: François Ozon. Guión: François Ozon y Emmanuèle Bernheim. Actores: Charlotte Rampling, Ludivine Sagnier, Charles Dance, Marc Fayolle, Jean-Marie Lamour. 

Imaginemos una nota al principio de este breve comentario: aclara, en letras rojas, que tratar de comprender lo que ocurre en La piscina puede producirnos agitación, mal genio, descontento; advierte, de una vez por todas, que la mejor manera de ver la nueva película del francés François Ozon, director de Gotas que caen sobre rocas calientes, Bajo la arena y 8 mujeres, es dejándose llevar por la misteriosa atracción (el erotismo, dicen los diccionarios, tiene algo de búsqueda en la oscuridad) que se despierta, noche por noche, entre las dos protagonistas de la historia; sugiere, sin revelar ningún detalle importante del relato, que aquel drama que gira hasta convertirse en una absurda trama de suspenso también puede ser tomado como el retrato de una escritora que resuelve cierto pasado en sus ficciones.

Podemos ver La piscina como una simple anécdota de vacaciones: en ese caso se trata de una suma de clichés –la extrema rigidez británica, la novelista de misterio envuelta en uno, la mujer liberada versus la mujer culposa- que finalmente no valen la pena. Pero podemos verla, también, como el estudio psicológico incompleto (estamos, al fin y al cabo, frente a una ficción) de la vida de una escritora inglesa llamada Sarah Morton, especialista en textos de crímenes á la Agatha Christie, señora incómoda dentro de su propio cuerpo, solterona hastiada de cuidar las noches de su viejo padre, que viaja a la casa de campo de su editor, John Bosload, con la esperanza de redactar un nuevo capítulo de las aventuras de su detective de siempre, y que, forzada por la presencia perturbadora de la hija de Bosload, una joven de diecisiete años llamada Julie, se ve obligada a emprender una investigación que la conducirá hasta sus propios temores. 

Imaginemos, para que el círculo se cierre, una serie de pistas para no sentirnos tan  perdidos a la salida del teatro. ¿Nos interesa volver a ver este largometraje a partir de su última escena?, ¿queremos llegar al misterio del final –nunca, creo, lo resolveremos del todo- un poco menos confundidos? Entonces tengamos en cuenta lo siguiente: no todo lo que vemos, en las arriesgadas obras de Ozon, sucede fuera de esos personajes que tiende a encuadrar en ventanas como si sólo fueran fotografías; la piscina no sólo simboliza lo que sucede en la cabeza de Sarah Morton (por ejemplo: está sucia mientras Julie nada sin ropa) sino que nos recuerda que tenemos todo el derecho de quedarnos en la superficie o de bajar al fondo de la narración; todos los personajes son padres o hijos que no han conseguido resolver sus traumas.

Son pistas, repito, sólo para aquellos que estén dispuestos a interpretar estos juegos mentales. Pistas, quizás, para quienes hayan disfrutado la película. Ningún espectador está obligado –no debemos olvidarlo- a comprender el cine que lo aburre.  

 

 

 Starsky and Hutch

 

Chapó: Dos de los mejores comediantes americanos de hoy le dan vida a una parodia de la serie policíaca de los 70.

Calificación: **1/2 (dos estrellas y media).

Pie de foto: Los detectivesDavid Starsky (Ben Stiller) y Ken Hutchinson (Owen Wilson), opuestos en todas las áreas de la vida, se quedan en blanco ante una porrista que interrogan.

 

Título original: Starsky and Hutch. Año de producción: 2004.Dirección: Todd Phillips. Guión: John O'Brien y Todd Phillips y Scot Armstrong, basado en los personajes creados por William BlinnActores: Ben Stiller, Owen Wilson, Vince Vaughn, Juliette Lewis, Snoop Dogg, Chris Penn, Terry Crews, Will Ferrell.

 

Ben Stiller y Owen Wilson han actuado juntos en seis comedias de diferentes facturas (Cable Guy, Noche permanente, La familia de mi novia, Los excéntricos Tenenbaum, Zoolander y Starsky and Hutch), pero sólo en las últimas dos han  formado lo que llaman una "pareja cómica". Se trata de dos actores estupendos que han conseguido definir, en la última década, sus propias personalidades de comediantes: mientras Stiller, protagonista de Locos por Mary, suele interpretar a hombres responsables, tímidos, trabajadores, que se descubren atrapados en las peores situaciones que puede enfrentar una persona común y corriente, Wilson, compañero de Jackie Chan en Shangai Noon, tiende a encarnar a tipos cínicos, aprovechados, capaces de vender a sus propias madres, que tienen en sus manos la suerte del personaje principal. 

            Si dedico uno de los dos párrafos de esta reseña a hablar de ellos, de Stiller y de Wilson, es porque aquellas personalidades cómicas que se han inventado, sumadas a sus talentos ilimitados para hacer el ridículo, salvan a Starsky and Hutch de ser otra tontería prefabricada. Por supuesto, no se trata de una comedia memorable. La media hora final, que trata de convencernos de que no estamos frente a una simple parodia (como si fuera posible una parodia simple), es previsible, torpe y repetitiva. Pero si entramos a verla de buen ánimo, como a una aventura de Bud Spencer y Terence Hill, como a una suma de chistes tontos, como a un divertido remedo de una serie de televisión de los 70, entonces pasaremos un buen rato.