El señor de los anillos: el retorno del rey

Calificación: ***1/2. Título original: Lord of the Rings: The Return of the King. Año de producción: 2003. Dirección: Peter Jackson. Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens y Peter Jackson, basado en la novela de J.R.R. Tolkien. Actores: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Astin, John Rhys-Davies, Orlando Bloom, Liv Tyler.   

Se sufren vergonzosos ataques de envidia durante las tres horas y media de la entrega final de El señor de los anillos. Se envidia a aquellos que sólo han leído el libro porque aún pueden imaginar la grandeza del mundo creado por J. R. R. Tolkien (pueden ver con sus propios ojos, para poner un ejemplo, los elefantes gigantescos que intervienen en la batalla por Minas Tirith), a los apasionados niños de colegio porque antes de verla la consideran la mejor película que han visto en toda su vida, a los fanáticos con afiches en el cuarto porque no pueden creer que Peter Jackson, el director neozelandés, haya conseguido poner en escena el poema épico que vivía en sus cabezas. Quizás por eso se deja a un lado la insolencia –se evita pensar que tendría que durar una hora menos, no se malinterpretan más las amistades entre los hobbit, los diálogos enfáticos no producen carcajadas- y se disfruta, por completo, el escalofriante, maravilloso, sobrecogedor espectáculo que pasa frente a nuestros ojos. Se acepta, después de encoger los hombros, que no hay nada peor que pertenecer al sector del teatro que no sufre porque Gandalf, Aragorn y Frodo Baggins están a punto de perder la guerra. Se encuentra, en medio de las sangrientas confrontaciones, una esperanzadora visión de la muerte. Se piensa, incluso, que tal vez estemos ante un nuevo clásico del cine. ¿No están los clásicos llenos de tonterías y de cabos sueltos que todos nos negamos a ver a toda costa?, ¿no son, en últimas, historias que también podrían haber convencido a los lectores, los niños y los fanáticos de hace quinientos años?