Si tuviera 30

Calificación: **1/2. Título original: 13 going on 30. Año de producción: 2004. Dirección: Gary Winick. Guión: Cathy Yuspa y Josh Goldsmith y Niels Mueller. Actores: Jennifer Garner, Mark Ruffalo, Christa B. Allen, Jack Salvatore Jr., Kathy Baker, Phil Reeves, Judy Creer.  

Tiene algo de placer culposo. Quizás porque, aunque cueste aceptarlo frente a académicos reconocidos, esas películas en las que dos vidas se trastocan de pronto –un pobre vive la vida de un rico, una madre amanece dentro del cuerpo de su hija o un niño se vuelve viejo de la noche a la mañana- nos recuerdan los cuentos que nos contaban cuando éramos niños, nos confirman que a todos nos atrae la posibilidad de ser otro y nos conducen a la moraleja de siempre ("está bien ser uno mismo") por la vía de la risa. La comedia Si tuviera 30 sabe de memoria que nos tiene de su lado. Sabe que entendemos por qué una niña de 13 años llamada Jenna Rink debe levantarse un día transformada en una exitosa editora de 30. Y se limita, entonces, a contar con cierta gracia la misma historia de siempre y a poner en escena una serie de momentos divertidos diseñados para el lucimiento de su actriz principal. Si fuera más cuidadosa a la hora de narrar, si detallara el mundo que muestra y construyera a sus personajes desde el libreto, quizás estaríamos ante una película tan buena como Big.

Big, de 1988, la película de Penny Marshall protagonizada por Tom Hanks, la fábula en que un niño le pide a un genio de feria que lo vuelva grande, ha probado ser un clásico del cine comercial norteamericano por culpa de tantas producciones que se quedan en la mitad del camino: ¿no parece imposible este mes, después de ver las fallidas Dúplex, Chicas malas y Educando a Helen, que alguien filme una comedia como esa?, ¿debemos reconocer, pues, que Si tuviera 30 es un placer menos culposo?