Un casamiento inolvidable

Calificación: *. Título original: Casomai. Año de producción: 2002. Dirección: Alessandro D'Alatri. Guión: Anna Pavignano. Actores: Stefanía Rocca, Fabio Volo, Gennaro Nunziante, Mino Manni, Mauricio Scattorin, Sara D' Amario, Paola Bechis.  

Esta especie de comedia se convertirá, en un par de años, en un video institucional. Es su destino. Resulta perfecta para esos cursos prematrimoniales o esas terapias de pareja en las que los consejeros hablan del "trabajo diario" del matrimonio como si fueran veteranos de guerra, drogadictos reformados o valientes alcohólicos anónimos. Es, en síntesis, una película insufrible: larga, informe y plagada de los clichés del romanticismo barato. Tiene, como si fuera poco, uno de los finales más ofensivos que pueden encontrarse en cualquier relato: no, no voy a ceder a la tentación de revelarlo. Me limitaré a advertir que quien se atreva a verla se sentirá –es italiana- ante la versión cinematográfica de las baladas de Eros Ramazotti. Me atreveré a decir que algunos, mucho más generosos, verán en ella la capacidad narrativa, la ironía punzante y las verdades de a puño de Ricardo Arjona. O sea que estarán profundamente equivocados.

No comienza mal. La maquilladora Stefania y el publicista Tommaso le hacen prometer a un cura desparpajado (¿hay algo peor en el mundo?) que los casará de manera inolvidable. Ese día reúnen a sus dos familias, a su grupo de amigos y a sus compañeros de trabajo en una pequeña iglesia de piedra. Y el sacerdote, empeñado en cumplir con su promesa, convierte aquel matrimonio en una especie de talk show en el que conocemos los orígenes, los desafíos y el posible futuro de aquel romance. Sí, no suena tan mal. Es más, ninguna película suena mal en un primer momento: por eso hacen tantas películas tan malas.