El rey sol

Calificación: **. Título original: Le roi danse. Año de producción: 2000. Dirección: Gérard Corbiau. Guión: Andrée Corbiau y Gérard Corbiau. Actores: Benoît Magimel, Boris Terral, Tchéky Karyo, Colette Emmanuelle, Cécile Bois, Claire Keim, Johan Leysen.   

Si fuera la habitación de algún museo, no habría ningún problema: los decorados, el vestuario y la estupenda banda sonora de El rey sol conmueven a cualquiera y de inmediato trasladan al espectador a una época en la que cada paso era en verdad una manifestación artística. Es una lástima, pues, que se trate de una película: la historia de Lully, el músico italiano que acompañó a Luis XIV desde que sólo era un bailarín de 9 años, pronto se convierte en una insufrible cadena de recuerdos que pretenden convertirse en una descripción del ascenso y la caída del rey que danzaba para su corte, pero que al final se quedan en reconstrucciones de los maravillosos montajes de los artistas de aquellos años. Aunque ver las complejas coreografías y las arriesgadas obras de teatro que el poeta Molière y el compositor Lully diseñaban especialmente para el joven rey es, sin lugar a dudas, una experiencia interesante, no es fácil soportar las rabietas y los dilemas de una serie de personajes que nunca nos son presentados.       

Vale la pena aclarar que Gérard Corbiau, el director de Farinelli (que en 1998 fue nominada al Óscar como mejor película extranjera), sabe muy bien lo que quiere. Que El rey sol, con sus miradas de dolor y  sus hombres histéricos, es exactamente el largometraje que él ha querido que veamos. No, nada se le ha salido de las manos. Y cabe suponer, por consiguiente, que este drama distante y delicado encontrará muy pronto un público fiel. Uno que valore los decorados, los vestuarios y las estupendas bandas sonoras. O que al menos no cabecee en la séptima coreografía