Bossa Nova

Calificación: **1/2. Título original: Bossa Nova. Año de producción: 2000. Dirección: Bruno Barreto. Guión: Alexandre Machado y Fernanda Young. Actores: Amy Irving, Antônio Fagundes, Alexandre Borges, Débora Bloch, Stephen Tobolowsky.

La última película de Bruno Barreto, el director de Doña Flor y sus dos maridos, Gabriela y Cuatro días en Septiembre, se llama Bossa Nova y es, básicamente, un relato inofensivo. Es, como la música de Antonio Carlos Jobim, agradable, fluida y delicada pero, a diferencia de las composiciones del maestro brasileño, es muy obvia, carece de ideas y no corre ningún riesgo.

Es, como lo señala la primera imagen, la historia de Mary Ann Simpson, una solitaria viuda norteamericana que ahora, después de abandonar el oficio de azafata, trabaja como profesora de inglés en el Río de Janeiro de estos años. Miss Simpson conoce a Pedro Paulo, un prestigioso abogado litigante que se acaba de separar de su esposa, en el ascensor de un edificio. Y, cuando él decide tomar clases de inglés con ella, se enamoran. A partir de ese momento, cuatro o cinco personajes –una estrella del fútbol brasilero, una practicante, un sastre argentino y una pareja hecha por Internet- comenzarán a comprender que, aún cuando Río puede ser un paraíso, el romanticismo depende totalmente de sus esfuerzos.

Ver Bossa Nova no es, ni siquiera, una pérdida de tiempo. Fluye como una versión estilizada de la tradicional comedia romántica –Barreto es un buen director y ha sabido utilizar, en sus últimas películas, lo que ha aprendido en Hollywood-, tiene momentos conmovedores y divertidos –el amante chino de la ex esposa de Pedro Paulo es tan desagradable que produce risa- y se salva gracias a las dignas actuaciones de Amy Irving y Antônio Fagundes. Pero eso sí: verla es como oír la versión de una canción favorita en Melodía Estéreo. No vale la pena molestarse. No hay que tomarla muy en serio.