Los destinos sentimentales

Calificación: **1/2. Título original: Les destinées sentimentales. Año de producción: 2000. Dirección: Olivier Assayas. Guión: Jacques Fieschi y Olivier Assayas. Actores: Emmanuelle Béart, Charles Berling, Isabelle Huppert, Olivier Perrier, Dominique Reymond.

El vestuario, la reconstrucción de una época, la sutileza en la construcción de personajes, las imágenes pictóricas, el virtuosismo a la hora de mover la cámara: Los destinos sentimentales es la película para aquellos que identifican estas cualidades con el gran cine. Para los demás, que sufrimos por los cabos sueltos y no soportamos los largometrajes que necesitan comerciales, esos que podrían convertirse en miniseries y que en realidad podrían contarse en noventa minutos, es toda una prueba para los nervios.

El sentido de la historia queda claro más o menos a las dos horas y media de proyección cuando Jean Barnery, un ministro protestante que en verdad es el heredero de una fábrica de porcelanas en Limoges, le confiesa a su esposa, Pauline Pommerel, que ha llegado a la conclusión de que "ninguna vida se vive en vano". Barnery, a quien seguimos desde que se separa de su primera mujer y abandona a su hija Aline, jamás entenderá sus propios sentimientos. Pauline intentará ser una librepensadora en un tiempo en el que todo está mal visto. Pasarán las guerras, las generaciones, las ideologías. Y los primeros treinta años del siglo veinte.   

Alfred Hitchcock tenía una norma de oro a la hora de hacer una película: que no durara tanto que la gente comenzara a acomodarse en el asiento y a sentir ganas de ir al baño. Durante Los destinos sentimentales algunos sonríen y asienten todo el tiempo, muchos comprenden la angustia existencial de los personajes y nosotros, los pocos que quedamos, no encontramos nuestra posición en la inmensa silla del teatro y miramos el reloj a toda hora.