Soplo

Calificación: **1/2. Título original: Blow. Año de producción: 2001. Dirección: Ted Demme. Guión: David McKenna y Nick Cassavetes. Actores: Johnny Depp, Penélope Cruz, Paul Reubens, Jordi Mollá, Ray Liotta, Franka Potente, Rachel Griffths.

Es un misterio: George Jung fue, alguna vez, en los setenta, un arriesgado traficante de mariguana, el más grande importador norteamericano de cocaína, un poderoso negociante que se codeaba con Pablo Escobar, pero en Soplo, la esperada película de Ted Demme, parece, más bien, un oficinista sin suerte, un tipo que, aunque no tiene la culpa de nada y jamás ha traicionado a nadie, no ha podido vivir una vida en paz, con su hija, y siempre ha tenido que pagar por la mala fe y las ambiciones sin fondo de sus maquiavélicos socios.

George Jung es, en Soplo, un hampón gris, resignado, aburrido: la mamá lo regaña por haber elegido un oficio tan indecente y por dejarla mal frente a las amigas del club y lo entrega a la policía para que se enderece; el papá le levanta las cejas cada vez que lo cogen con un cargamento de coca y le confiesa que está muy decepcionado de él; se le muere una novia, una futura esposa, pero, pobre, se le muere de cáncer; se casa con una Penélope Cruz colombiana y a él, con su peinado deplorable, que conservará hasta la muerte, no se le pasa por la cabeza que a ella sólo le interese su plata; se hace amigo de un mafioso colombiano que todo el tiempo le está preguntando el nombre de su contacto en Los Ángeles, pero él no sospecha, jamás, que es para quitárselo; planea un último golpe, un último cargamento, para retirarse e irse a vivir a California con su hijita, pero de pronto descubre que la policía y sus socios no quieren dejarlo. Este mundo no está hecho para delincuentes como él.

Ni el guión de David McKenna y Nick Cassavetes, ni la dirección de Ted Demme, logran convertir a George Jung en un hombre interesante o a su turbulento mundo en uno digno de contar. En esas seis manos, todo se ve fácil: el tráfico de drogas parece un proceso mecánico y burocrático, las cárceles se superan sin problemas. Ni siquiera al comienzo, cuando Jung y su amigo, el gordo Tuna, se inician en el negocio de la mariguana, y hacen sanas orgías en las piscinas de las mansiones de Beverly Hills, se logra el retrato de una época y de una comunidad trastornadas, sino, más bien, el video de un vergonzoso grupito de amigos. 

Conscientes de su propia incapacidad para hacer de Jung un personaje interesante, los realizadores de Soplo recurren a todo lo que se les ocurre: al talento de Johnny Depp –quizás el mejor actor de su generación-, a las buenas actuaciones del resto del elenco, a las brillantes estrategias –tono de documental, narración en off, escenas congeladas- con que Martin Scorsese retrató a Henry Hill en Buenos muchachos y a Sam "Ace" Rothstein en Casino, e incluso al desenfreno con que Brian de Palma narró la tragedia de Carlito Brigante, en Atrapado por su pasado, y la de Tony Montana en Cara Cortada, pero no, no lo consiguen. Soplo es larga y triste. Y decepciona.