Jurassic Park III

Calificación: **1/2. Título original: Jurassic Park III. Año de producción: 2001. Dirección: Joe Johnston. Guión: Peter Buchman, Alexander Payne, Jim Taylor. Actores: Sam Neill, William H. Macy, Téa Leoni, Alessandro Nivola, Trevor Morgan, Laura Dern.

Es una película de vacaciones. Y no hay que pedirle demasiado. Hay que verla, primero, para asombrarse por culpa de los dinosaurios, para notar cómo cada vez, con cada película, parecen más reales, y, segundo, para descubrir cómo han hecho los guionistas y los productores para llevarnos, de nuevo, hasta esa isla llena de peligrosísimos animales prehistóricos.

Si en las dos primeras, dirigidas por Steven Spielberg, se habían tomado el trabajo de crear un par de investigaciones, una serie de traiciones y algunas teorías sobre el comportamiento del velocirraptor y el tiranosaurio, ésta vez han resuelto inventarse a un niño que por un error cae en paracaídas a la isla y a unos padres, los Kirby, que harían lo que fuera para rescatarlo. El doctor Alan Grant, traumatizado desde la primera película, es el encargado de guiarlos.

Es cierto que, a pesar de los estupendos efectos especiales, esta tercera entrega carece de las ingeniosas ideas visuales de las dos anteriores –el agua que tiembla en el vaso, el carro que desciende en un árbol, el documental en dibujos animados, la cacería de dinosaurios, el monstruo que se come el semáforo, los depredadores que avanzan por los campos-, pero no se le puede negar que la jaula de pterodáctilos es escalofriante.

Es cierto que, como dicen, Jurassic Park III es una película hecha solamente para hacer dinero, pero hay que aceptar que, a cambio del precio de la boleta, divierte, y que esa ha sido la única idea desde el comienzo. Se trata de pagar para asustarse y ver a los monstruos. Como cuando uno va al zoológico o al circo.